domingo, 24 de junio de 2012

HISTORIA DE UN PRACTICANTE ZEN...♥



Entrevista a Oriol Pujol (La Vanguardia, 25-04-02)

-No haga nada por obligación o autoexigencia: hágalo todo por ilusión y con emoción.

-¿Limpiar los wáteres, fregar los suelos con ilusión?

-¡Sí! Yo lo he hecho en India y enseño cada día a muchos directivos y estudiantes a ilusionarse por asignaturas y asuntos que les aburren o repelen. Hay técnicas.

-Por ejemplo…

-Pues ahora le veo agobiado a usted.

-Me llaman por el móvil y tengo otra entrevista enseguida.

-Apague el móvil, quítese el reloj.

-¿Qué?

-¡Fuera el reloj, hombre! Está usted conmigo y consigo hablando. ¿Ve? Ahora se relajará. Si va a un monasterio budista, lo primero que harán es quitarle el reloj.

-Espero que me lo devuelvan…

-Sólo cuando salga. Si se relaja, empezará a disfrutar de esta conversación y olvidará su manía a la próxima entrevista. No convierta su vida en un calvario de obligaciones indeseables. Abandone lo abandonable y ante lo esencial cambie de actitud. Si cambia de actitud y se ilusiona, puede ser igual de eficaz que si se automachaca, y encima se divertirá.

-¿Y si soy un manojo de nervios? ¿Si soy tímido y lo paso fatal aquí o en una reunión o hablando en público?

-Contra las fobias e inseguridades hemos profundizado con las técnicas de meditación vipashana en la programación neurolingüística. Por ejemplo: piense en un momento de su vida que le dé energía.

-No se me ocurre nada.

-Aquel día que le felicitó su padre o un profesor o que le aplaudieron sus amigos porque metió un gol. O aquél momento eterno con aquella persona… Cualquier evocación feliz que le afirme y haga subir la energía.

-De acuerdo. Las vacaciones…

-¡Je! Mucha gente recuerda unas buenas vacaciones. Curé la fobia al avión de un profesor de Esade haciéndole evocar vacaciones de la infancia. Y, de paso, un día recordó que había tenido un accidente de coche siendo muy niño y desde entonces no podía descansar en nada que se moviera. Al objetivar su miedo pudo volar sin problemas.

-¿Cuál es el problema más habitual en los directivos españoles?

-A cada uno sólo se lo pueden decir los demás. En los cursos, los demás detectan enseguida tus puntos flacos. En la propia empresa, las jerarquías o los intereses impiden que los demás te digan qué piensan de ti. Recuerdo los gritos de una empresaria cuando le dijimos que era autoritaria: “¿Yo? ¿Autoritaria? ¡No tenéis ni idea! ¡¡¡Ni idea!!! ¡Soy muy flexible!”. Parece un chiste, pero le aseguro que a menudo es así.

-¿Y si al directivo le falta autoestima?

-Ese no parece el problema de usted.

-Ya, pero hay mucha gente necesitada.

-Pues tiene que aprender a diferenciar entre el egoísmo y el quererse.

-Nadie se considera egoísta a sí mismo.

-Pues sí. Millones de personas viven angustiadas porque no saben quererse. Y tragan cualquier cosa “por no ser egoístas”. Si usted ya ha trabajado diez horas y le piden dos más, negarse no es egoísmo, es respeto hacia uno mismo, y eso hay que aprenderlo.

-¿Cómo?

-Un directivo con un tumor cerebral vino a decirme el otro día que, después de toda una vida en la que había puesto a sus hijos y a su mujer antes que nada, la enfermedad le había enseñado a ponerse él también como prioridad. Y ya ve los buenos resultados.

-¿Cómo lo logró?

-Se dedicaba a sí mismo un par de horitas cada mañana, a pasear, meditar, relajarse e ignorar todo lo demás. En la vida, también tenemos que ponernos a nosotros mismos por encima de todo en ocasiones. Eso es quererse, y si uno no sabe quererse lo bastante, tampoco querrá bien a los demás.

-¿Y por qué no va a quererse uno mismo?

-En la vida cargamos con un saco que necesitamos llenar de afecto para seguir adelante. Hay quien espera que otros llenen ese saco.

-Y va de cráneo.

-Y otros que saben llenárselo ellos solitos.

-¿Y la esposa del enfermo de tumor le aceptó el cambio de prioridades?

-Al menos lo toleró. Hay dos categorías de relación en pareja. La mayoría de las parejas se toleran. Sólo las privilegiadas se aceptan.

-Explíquemelo.

-Tolerar es decir: “Hay cosas de ti que no me gustan y me gustaría que las cambiaras, pero aun así te tolero”. Aceptarse es mucho más. Es decir: “Hay cosas de ti que no me gustan, pero te acepto y te quiero con ellas”.

-No, si la filosofía suena bien, pero…

- Ahora daré un curso de inteligencia emocional en Esade a mandos de la Guardia Urbana. El 80 por ciento de su éxito depende de su capacidad relacional con los demás, más que de su brillantez lógica o conocimientos.

-Bueno, pero procure aparcar bien ese día.

-Es mucho más que aparcar bien. Ahí fuera está la vida. Quiero que dejen de hacer las cosas por obligación y que vean en la vida el misterio del goce por descubrir y no sólo el problema por resolver. Eso es la ilusión.

-Sonar, suena bien…

-Los principios budistas: “Lo que resistes persiste, lo que aceptas se transforma”.

-¿Y las multas?

-No funcionan a largo plazo. Consigue más la ilusión del ciudadano porque su ciudad funcione que cualquier miedo al castigo.

-¡Qué bonito y qué improbable!

-¡Qué real! Sólo con multas y amenazas no funciona nada. Si hoy tenemos una sociedad eficiente es porque los ciudadanos han puesto libremente su ilusión en ella.

VÍA EL TRASTERO DE MI MENTE

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